Tango – Ciudadano del mundo, entraña rioplatense

El franco-uruguayo Luciano Supervielle toca hoy en el Bajo Fondo porteño

Se acaba de bajar del ferry que lo cruzó de orilla: una excursión frecuente desde hace un par de años, cuando regresó de su Francia natal al Uruguay que lo vio crecer -sin contar aquel infantil interregno en México-, para responder al llamado de Bajo Fondo Tango Club. Entonces, Luciano Supervielle se subió al colectivo artístico que conducen el argento Gustavo Santaolalla y el charrúa Juan Capodónico, motor del ahora tan en auge tango electrónico. «Sin embargo, BFTC -la agrupación, que tiene un disco homónimo y otro en la cocina- es cada vez menos estrictamente tanguera y más ampliamente rioplatense», aprecia Supervielle, el señor de las teclas, samplers y bandejas de la troupe. Y en esa línea se inscribe su trabajo solista, también «Supervielle», que en la última entrega de los premios Carlos Gardel fue distinguido Mejor Album de Dance/Electrónica, por sobre Capri, Carlinhos Brown & DJ Deró y Fernando Samalea («mi voto hubiera ido para él»).

Con Javier Casalla (violín), Martín Ferres (bandoneón), Gabriel Casacuberta (contrabajo), los raperos de Contra las Cuerdas e invitados, como Santaolalla y Campodónico; es decir, con el bajafondismo a full, Luciano presentará «Supervielle» esta noche en La Trastienda. «Un show para escuchar» que hará foco en su obra personal, sin perder de vista la producción colectiva.

Mientras se toma una temporada sabática de Jorge Drexler («después del Oscar, él está tocando en todo el mundo y ahora no le puedo seguir el tren»), compone y ensaya con la cofradía agrupación, Luciano cuenta el redescubrimiento personal que implicó comenzar a la distancia a producir a partir de su background. Reconoce que, de no haber mediado el llamado de Santaolalla, su disco debut hubiera sido de hip hop instrumental y que, si bien «Supervielle» no es la continuación de «Bajo Fondo», el link sonoro resulta inevitable.

«Es muy curioso. Todo el tiempo que viví en Montevideo (14 años) hacía música que se parecía a la de Europa, a DJ Shadow, artistas del sello Warp. Y cuando empecé con el tango electrónico en París fue como tener algo propio, que me daba un sonido particular, por lo cultural y lo sanguíneo, por haber escuchado candombe y Piazzolla, pero también a Beastie Boys, Jimi Hendrix y Beethoven -contrapone con una santísima trinidad-. Utilizar mi bagaje cultural me resulta útil a la hora de comunicarme, y no es un hecho nacionalista, sino artístico.

-El sample del relato de Víctor Hugo es un gusto de futbolero…

-Sí, y tiene que ver con cómo nos tomamos nosotros el fútbol -señala el hincha de Wanderers-. El sample se refiere a Obdulio Varela, el capitán de la selección campeona mundial del 50, algo muy uruguayo, así como la voz de Melingo es una referencia bien argentina, que significa también todo un mundo rockero. Hay muchos guiños que los de afuera oyen de otro modo. Debe ser como cuando yo escucho «Paul ´s Boutique», de Beastie Boys: sé que ésa es una esquina de Brooklyn, pero no puedo sentirlo como quien vive allá, aunque el disco me encante.