Internet ha pasado, en sólo cinco o seis años, de ser un ámbito casi exclusivo de «locos de la informátic» a convertirse en herramienta de trabajo cotidiana para muchos profesionales y en una de las alternativas domésticas más entretenidas y eficaces para informarse, llenar el tiempo de ocio, e incluso hacer compras o iniciar amistades.
Hay quien asegura que dentro de pocos años, no saber navegar en la Red equivaldrá a poco menos de lo que hoy significa ser analfabeto. Sin llegar a esos extremos, es indudable que el interés que despierta hoy en la población las â??autopistas de la informaciónâ? crece día a día. Algunas de las barreras que Internet plantaba ante los usuarios (el inglés como idioma casi único en la Red, la carestía de los ordenadores y programas, las dificultades técnicas de navegación y el alto coste â??fijo, no dependía del uso que se hiciera de élâ?? de los servicios de las empresas que nos conectaban a la Red) han ido desapareciendo y, hoy, el acceso es más sencillo y económico que nunca. Si bien queda aún bastante por recorrer (por ejemplo, dotar de más rapidez a la navegación y que se implante definitivamente una tarifa fija y asequible para el uso de las líneas telefónicas en Internet) para que se dé el paso definitivo para la popularización masiva de las nuevas tecnologías de la información.
Uno de los factores decisivos en esta consolidación de Internet como un recurso más del hogar es la sonadísima aparición (con una publicidad agresiva y muy poco precisa, por cierto) de los servidores gratuitos, o empresas proveedoras que nos conectan gratis a Internet.
El servicio que hasta hace bien poco se ofrecía a cambio de costes que iban desde las 36.000 hasta las 15.000 pesetas anuales, representa hoy un coste cero para el usuario, son gratuitas. Así, uno de los frenos a la masificación del uso de Internet, el coste fijo por esta conexión a la Red, ha desaparecido. En realidad, hoy, los servidores de pago son exclusivos del ámbito profesional y de los ordenadores domésticos de los internautas más exigentes.
Los técnicos de CONSUMER han visitado las páginas web de 12 de los proveedores de Internet que ofrecen actualmente ese acceso gratuitamente y que permiten al usuario darse de alta a través de la propia Red. La primera conclusión es que las diferencias entre el servicio que ofrecen unos y otros son más que notables. Para empezar, lo más importante: la velocidad de acceso y navegación, el criterio esencial de calidad de un proveedor de Internet. La mayoría asegura llegar a los 56 kilobytes por segundo, sin embargo sólo uno de cada tres proveedores reflejan en sus páginas la velocidad de conexión a la que se realizará el acceso. Por otro lado, Red Internauta y Terra-Teleline son los únicos que ofrecen la posibilidad de conectarse a través de una línea telefónica de alta velocidad, RDSI.
Entre sus servicios, la mayoría facilitan una cuenta de correo para que el usuario envíe y reciba mensajes, y un espacio para que éste cree su propia página web, cuya capacidad oscila mucho, entre los 5 y los 15 megabytes. Pero esto no constituye una novedad, ya que algunos portales y buscadores (como Yahoo) ofrecen gratuitamente, desde hace meses, cuentas de correo y alojamiento para páginas web. Otra cosa, bien distinta y a estudiar, es la calidad de estos dos servicios en cada empresa proveedora.
De lo que no cabe duda es de que casi todos estos servidores de Internet reservan las mejores condiciones (mayor número de cuentas de correo, más espacio para hospedar las páginas web, garantía de velocidad de acceso) a sus clientes preferenciales, que no son otros que los que pagan por el servicio. Y también queda claro que, a pesar de todo, navegar con cualquier operador telefónico sigue saliendo caro al usuario, que paga mientras usa Internet el equivalente a una llamada local.