Día 9
El ritual piojoso copó la última fecha
Los Piojos y La Mississippi la rompieron en la noche que dio cierre al Quilmes Rock 2004. Fue la jornada con mayor convocatoria del festival, amenazada por la lluvia desde temprano.
Final pasado por agua
La lluvia atacó desde las 17 a quienes se acercaron al escenario alternativo 1. Allí estaba por comenzar su set la Agrupación Skabeche, luego de que pasaran La Covacha, Umbanda, Villa y Los Invisibles y Dios los Cría. El viento llevaba el agua hasta el escenario, así que luego de una breve demora los Skabeche comenzaron ante el público que buscaba refugio en las carpas de promociones de cigarrillos, disquerías y revistas.
Los últimos en enfrentar el aguacero fueron Guasones, Flavio Cianciarulo con el bombo, la murga y el ritmo latino de su grupo La Mandinga y la fiesta contestataria de Las Manos de Filippi.
Los del escenario 2 la pasaban mejor, ya que está debajo de una carpa. Por allí pasaron Bestiario, Nuca, La Vizca, Sordos, Los Tifosis del Rey, Actitud Sospechosa y No Tengo.
Rock desde la costa y sones del caribe
Con Los Tipitos se abrió el escenario principal. El cuarteto marplatense arrancó con el escenario ocupado por los instrumentos de las bandas siguientes, tapados con plástico. Pero esa fue la única desprolijidad de su show. Su rock amable, matizado con las baladas pop, fueron un buen aperitivo para la familia piojosa que comenzaba a arrimarse al escenario.
Tocaron, entre otros, «Camaleón», «Campanas en la noche», los lentos «Búsquenla» y «Flasheadito», el hit radial «Brujería» y la bizarra historia navideña de «Trip». Cerraron con «El poli» y agradecieron «por prestarnos sus orejas».
Un rato después Mimi Maura apareció en escena por segunda vez en el Quilmes Rock. La banda fue convocada ante la deserción de Pappo por problemas de agenda (vale recordar que la fecha iba a ser en principio el lunes 18 de octubre y se pasó para el viernes 23).
Con éxitos como «Frenesí», «Misterio» y «Yo no lloro más», la boricua y Sergio Rotman lograron el baile del público pese a la tormenta. Una vez más ratificaron que llevan el ritmo en los genes.
La Mississippi: señores del blues y el rock
La Mississippi salió a la cancha con todo. Y, en términos futbolísiticos, «la gastaron». Ricardo Tapia se colocó al mando de una banda de expertos en aportar blues y rock de calidad. Recorrieron sus más grandes éxitos y se fueron ovacionados ante semejante demostración de poesía vernácula.
«El fierro» abrió el set. Pese a los años de escenario, la banda disfrutó de cada tema como un grupo de amigos que se juntan para su primer recital. Arremetieron con el «Blues del equipaje», «Mi capital» y el estreno de «Todo otra vez». Otros buenos momentos fueron «La casa» y «El detalle».
Para «Ahora vengo» y «La danza de la lluvia» convocaron a «Chucky» De Ipola, el tecladista de Los Piojos que fuera parte de la banda blusera.
El final fue a todo vértigo con tres clásicos coreados por todos. «Café Madrid», «Mala transa» y «Un trago para ver mejor». La Mississippi plantó rock del bueno y dejó las gargantas calientes para lo que se venía. El ritual piojoso estaba a punto de detonar.
Ataque de pediculosis
Una gran cortina blanca tapaba todo el frente del escenario. Ante los primeros acordes de «Cruel» se proyectó en ella y en las pantallas gigantes lo que estaba sucediendo ahí atrás, con Andrés Ciro ya entonando eso de «un beso final, sonrisa y después te vas alejando sin remedio». Con el estribillo se corrió el telón y la banda pudo ver todo el fervor, banderas y bengalas que inundaron Ferro. Así comenzaron Los Piojos una noche inolvidable.
«Taxi boy», «Te diría» y «Chac tu chac» movilizaron a la hinchada ansiosa, hasta que llegaron dos canciones «románticas»: «Amor de perros», con Mimi Maura como invitada (otra vez la boricua en el escenario) y «A veces».
Los botines colgados del micrófono eran el indicio claro: se venía «Maradó». La gente coreó la introducción y arrancó el homenaje al mejor futbolista de todos los tiempos. Luego, Ciro pidió que la cortaran con las bengalas, «que se pueden lastimar entre ustedes». Y después se puso en camarógrafo. El público cantaba «Tan solo» acompañado por la banda, mientras él enfocaba las imágenes que salían en las pantallas.
Luego de que el guitarrista «Piti» Fernández cantara «Reggae rojo y negro», vino el momento del tema más pedido por los fanáticos en la encuesta que Los Piojos lanzaron en su página web: «Ando ganas».
Pasaron «Agua», «Desde lejos no se ve», «Los mocosos» y el emotivo «Muy despacito», antes de «El farolito», uno de los primeros éxitos masivos de los músicos de El Palomar. Aprovecharon este tema para presentar a cada integrante de la banda, y le pegaron «La rubia tarada», de Sumo. «Chau, gracias por todo», dijo Ciro, y el escenario quedó a oscuras. Pero faltaba más.
Para los bises el carismático cantante se puso la «verdadera bata de Sandro, con su panza y todo». El resto vestía batas verdes, cual boxeadores. Y llegó la explosión con «Como Alí», la historia de la disco y el recién llegado de Chajarí, con un ring improvisado en el escenario. Después pegaron «Babilonia», «El balneario de los Doctores Crotos» y «Motumbo», para hacer el acostumbrado final con la lectura de las banderas que llevó la gente de los distintos barrios.
Fue un memorable cierre para el Quilmes Rock 2004. Una manera brillante de ponerle punto final al festival que supo reunir los distintos estilos de la música que hace vibrar.