El Banco Central prepara medidas para que las entidades extiendan su cobertura geográfica fuera de los grandes centros urbanos. Y también para que ofrezcan servicios a los sectores de menores ingresos.
La baja bancarización de la sociedad y la desigual cobertura geográfica y social del sistema financiero, volvió a debatirse. Primero, en las jornadas monetarias que organizó el Banco Central. Y el miércoles, a través del discurso que hizo el ministro Roberto Lavagna en el cierre de un congreso de ejecutivos de finanzas. Los dos puntos pueden resumirse así:
Hoy los bancos atienden apenas al 15% de la población, el que se concentra en los segmentos de mayores ingresos (ABC 1 y C2). El mayor impulso a la bancarización se dio a través de las «cuentas-sueldo». Pero con la mitad de la población activa trabajando «en negro», este motor todavía es insuficiente.
Hay demasiados bancos y sucursales en los grandes conglomerados urbanos, pero muy pocos en las pequeñas localidades.
Según pudo saber Clarín, en el Banco Central apuran dos nuevas normativas que buscarían dar solución a esos dos temas.
Por un lado, se está trabajando en reducir los requerimientos de capitales básicos para quienes quieran entrar en el sistema financiero, siempre que privilegien la apertura de sucursales en las zonas menos cubiertas por los bancos ya establecidos.
Además, se le está buscando la vuelta a la normativa que regula las cajas de crédito para estimular su apertura, dado que la actual reglamentación (elaborada por el directorio que presidió Alfonso Prat-Gay), sería aún muy restrictiva, según la visión de las cooperativas y mutuales.
Ambos problemas se hicieron más evidentes tras la devaluación, cuando buena parte de la recuperación económica fue empujada por las economías regionales y las pymes, muchas operando en la informalidad.
Respecto al primer punto, hoy, para abrir un banco se necesita, de movida, un capital de 15 millones de pesos. La idea es exigir diferentes «capitales básicos» según la zona geográfica. Los números no están definidos, pero quien quiera instalarse en el sur o el noroeste del país tendrá menores exigencias que quien lo busque hacer en la ciudad de Buenos Aires.
Lavagna explicó así esta deformación del sistema: «Hay 179 localidades de más de 2.000 habitantes y hasta un caso de más de 20.000 habitantes, incluyendo algo más de 700.000 habitantes, que no tienen ningún servicio bancario».
Lo que ocurre con los préstamos personales (hoy la principal actividad de los bancos) también ayuda a entender el problema de la desigual cobertura geográfica y social: tomando el stock de préstamos originados en cada provincia, resulta que cada habitante de la ciudad de Buenos Aires tomó, en promedio, un préstamo de 1.280 pesos. En el otro extremo, cada ciudadano de la provincia de Corrientes tomó prestados sólo 90 pesos.
Respecto de las cajas de crédito, se busca facilitar su apertura para atender varios puntos: llegada del crédito formal a los sectores de más bajos recursos, más operaciones en blanco y, en lo posible, una baja de las tasas de interés, que son más altas cuánto más bajo es el nivel socio-económico de quien toma ese crédito.
Sobre este punto, el titular de la Asociación de la Banca Especializada, Gregorio Goity, tiene datos reveladores: sobre el total de préstamos personales, el 26% fue otorgado por entidades no reguladas por el Central. En el caso de la financiación con tarjetas de crédito, el porcentaje de financiación «no regulada» llega a 38%.
Es fácil suponer que ese crédito tiene dos características salientes: es carísimo y en gran medida, es una operación informal, comúnmente llamada «en negro».