Un repaso por la publicidad gráfica
«Una mujer reina por su belleza, y el busto es la primera presentación de su hermosura. Una mujer sin un busto hermoso no puede ser bella. Un busto impecable, de contornos puros, de líneas armoniosas, demuestra vida y juventud, y para conseguirlo recomendamos la crema BUSTO-LIN, de fama universal.» El texto parece sacado de un guión de «Todo x 2 pesos», aunque corresponde a una auténtica publicidad argentina de 1940, recientemente publicada en Surtido (Del Nuevo Extremo, 2005), una antología de 233 publicidades gráficas argentinas del siglo XX, seleccionadas por la diseñadora gráfica Gabriela Kogan (37).
«A menudo pensamos que la publicidad es sólo una herramienta de venta, pero también es un reflejo de nuestra vida cotidiana, de nuestros hábitos, de nuestra historia y termina transformándose en parte de nuestra cotidianidad. Son como fotos de la vida de uno, cuando te sentabas a tomar la leche y veías la TV a la tarde o cuando te compraban Billiken y veías las zapatillas que te gustaban», cuenta Kogan, que en 2003 publicó «Surtido, 268 imágenes del alma argentina».
«Al hacer la selección me encontré con muchas publicidades de empresas argentinas que ya no están y me pregunté mucho por qué ya no están, qué habrá pasado con toda esa gente que trabajaba en esas fábricas -sigue la diseñadora-. Porque, en definitiva, las publicidades hablan de empresas, pero sobre todo de las personas que trabajaron en ellas.»
Para esta nueva saga, Kogan realizó la selección a partir de viejas revistas encontradas en la casa de la abuela, las publicaciones olvidadas en un rincón de la biblioteca y las ferias de las plazas, especialmente la del parque Rivadavia. Y sin duda, lo curioso de la propuesta es que detrás de las publicidades hay mucho más que el producto que éstas quieren vender, que habla de las costumbres de una época, del rol de la mujer y de otras tantas pistas dadas por sobrentendidas que pueden leerse entre líneas.