La serie más grande de megaconciertos se celebra alrededor del globo para exigir a los líderes del G-8 que cumplan los Objetivos del Milenio y reduzcan eficazmente la miseria en el mundo, informó DW.
Los macroconciertos «Live 8 «, organizados por el músico irlandés Bob Geldof, tienen lugar este sábado, sólo cuatro días antes de la reunión de los líderes del G-8 (grupo de los siete países más ricos: Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido; y Rusia) en Esocia. «Live 8» se desarrolla en diez ciudades y en cuatro, dando la vuelta al globo, desde la capital japonesa en oriente hasta concluir en América del Norte en occidente.
Geldof mismo sentó hace 20 años los precedentes al organizar los conciertos «Live Aid» 1985. En esa ocasión se reunieron entre 70 y 100 millones de dólares para combatir el hambre en Etiopía. En la actual «Live 8» los conciertos son gratuitos. No se trata de «alimentar al mundo», sino de mover la conciencia de la opinión pública.
Presionar a los poderosos
La fecha no es casualidad. Se pretende presionar a los líderes del G-8, que se reunirán del 6 al 8 de julio en la localidad escocesa de Gleneagles, lo que explica el nombre de las actuaciones «Live 8».
Se trata de un llamamiento para que los mandatarios mundiales cumplan los Objetivos de Desarrollo del Milenio firmados por 189 jefes de Estado en el año 2000.
«Así como la gente pidió el fin de la esclavitud, pidió el sufragio femenino, pidió el fin del apartheid, ahora exigimos el fin de la absurda injusticia de la extrema pobreza», manifestaron los organizadores de «Live 8» este sábado.
En concreto, Geldof pretende que se duplique la ayuda a los países pobres, que se cancele la deuda de las naciones con graves problemas financieros y que haya reglas de comercio internacional más justas.
Difusión masiva
Los escenarios no podrían haber elegido lugares más emblemáticos: desde el londinense Hyde Park hasta el Palacio de Versalles de París, el Circo Máximo de Roma o la Plaza Roja de Moscú. La causa atrae a músicos de la talla de Paul McCartney, Bjí¶rk, Bryan Adams, Deep Purple, Muse, Pink Floyd, REM, U2, Placebo o Pet Shop Boys.
Tokio ha dado el pistoletazo de salida para la serie de conciertos, que además se realizan en Johannesburgo, Berlín, Roma, Londres, Edimburgo, Moscú y Filadelfia.
A diferencia de 1985, cuando alrededor de 1.500 millones de televidentes vieron Live Aid, hoy se cuenta con Internet y con los teléfonos celulares para intentar superar esa audiencia. El evento se transmite por 140 cadenas de televisión de todo el mundo. En potencia, podría ser visto por el 85% de la población mundial, además de las transmisiones por Internet.
«Diez conciertos, 100 artistas, un millón de espectadores, 2.000 millones de televidentes y un mensaje (…) lograr que esos ocho hombres, en esa habitación, detengan la muerte de 30.000 niños cada día por la pobreza extrema», dice el sitio web de «Live 8».
«Cambiar al mundo»
«Convertir la pobreza en historia», es el sueño que Geldof, quien se une al lema de la campaña más amplia llevada a cabo por una coalición de organizaciones no gubernamentales, iglesias y otros grupos. El espectáculo musical anunciado como el más importante de la historia contraste con «Live Aid» de 1985. en esta ocasión, las peticiones de dinero han sido sustituidas por una meta mucho más ambiciosa: «cambiar el mundo sobre su eje» en favor de los pobres.
Frente a esta aspiración está la realidad social, política y económica. Harán falta años para saber si «Live 8» tiene éxito. Los procesos de superación de la pobreza y de fomento al desarrollo son fenómenos que duran años en tomar forma. Sin menospreciar la importancia de movilizar a cientos de miles de personas que acuden a los conciertos y millones que lo seguirán por televisión o Internet, hay quienes critican que estos conciertos.
Así, los conciertos de multimillonarias estrellas del pop no parece ser la vía más indicada para transmitir la complejidad de las causas de la pobreza, del comercio internacional y los mecanismos del desarrollo.
Quienes respaldan «Live 8» destacan en cambio que captan la atención de los medios y presionan así a las autoridades mundiales, como demostraría el acuerdo de junio pasado para cancelar gran parte de la deuda de los 18 países más pobres del mundo, la mayoría de ellos africanos.
Pero los expertos advierten: no sólo se trata de condonar la deuda externa, también se debe establecer un marco económico y financiero estable, se deben fortalecer las instituciones y comprender el desarrollo económico como un proceso donde interactúan la política, la economía y la sociedad civil.
Pero de momento cuenta «Live 8«. Un primer indicador sobre su impacto se podrá leer en el comunicado final de la cumbre del G-8. Los activistas quieren que los países más ricos den 50.000 millones de dólares más al año en ayuda y que la mitad vaya destinada a ífrica.