La masa concentrada con motivo de la visita de un actor de moda obliga a intervenir a los dos cuerpos de Policía y a cortar el tráfico cinco horas
» ¡Franco, Franco, Franco!» No es que ayer la ciudad se levantara con el ánimo de evocar la figura del Caudillo. Era el grito de guerra que se escuchaba desde la Campana de las más de 2.000 personas que ayer se dieron cita en el edificio principal de El Corté Inglés del Duque. La razón: un nuevo fenómeno de masas. El actor Michel Brown, que da vida en la telenovela Pasión de Gavilanes a Franco Reyes, junto a Juan Alfonso Baptista, otro de los actores, revolucionó el centro de la ciudad durante todo el día para, a las cinco de la tarde, acudir a la firma de discos de la banda sonora de la serie.
La acogida de los fans sevillanos desbordó todas las previsiones, incluidas las de seguridad. Además de los 40 escoltas que velaban por la integridad de los gavilanes, apoyados por los empleados de seguridad del centro comercial, la Policía Local, con el refuerzo de agentes de la Nacional, tuvo que lidiar ayer con niñas que, por encima de todas las cosas, querían conocer a «ese hombre que me da mil vueltas, que me mira y me domina», como reza la canción del disco.
Sin embargo, fue complicado dominar la avalancha de un público ruidoso y enloquecido. Si hubo niñas que se pasaron la noche en los soportales �??se cerró la entrada a la tienda por San Hermenegildo�?? no es difícil imaginar que, desde la una de la tarde y hasta las seis y media, se tuviera que cortar el tráfico a la entrada de la calle Trajano por la Alameda y el acceso en coche a la Campana para poder manejar a la masa. Se registró la detención de una mujer de 43 años por una pelea y varias intervenciones de armas blancas y de pequeñas cantidades de droga, según fuentes policiales. Jóvenes trepando los árboles y subidos a los contenedores, el 061 atendiendo un centenar de lipotimias y cuadros de ansiedad, trabajo extra para Lipasam tras la despedida de los gavilanes, pequeños perdidos e incluso un grupo de niñas de 12 años que, rompiendo la hucha, intentaba alquilar una de las habitaciones del América dan una idea de la vigencia y las consecuencias de este fenómeno.
Luis Miguel Carpintero, agente de seguridad del hotel América, tuvo ayer una jornada de lo más entretenida: «Soy aficionado al fútbol, pero lo que estos dos tíos han montado no lo he visto en la vida. Los grupos de franceses que teníamos en el hotel no se lo podían creer». Pilar Vázquez recogió ayer a su nieta, de 12 años, en el autobús de Aznalcázar. La dejó a las nueve de la mañana al principio de la cola: «A las cuatro me dijo que no había comido todavía y aquí me tiene, esperándola». Amor de abuela.
Clara Domínguez y Pilar Rodríguez salieron ayer de Osuna a las siete y media de la mañana con el sueño de ver de cerca a uno de sus ídolos televisivos. A las cinco de la tarde recorrían Tetuán de vuelta a casa. Cansadas, sudadas y desanimadas, aseguraban que después de siete horas haciendo cola entre gritos y empujones lo único que lograron fue ver de lejos la gorra que lucía uno de ellos. Aunque se había avisado que el número de firmas estaba limitado, no sabían que sólo doscientas personas podían subir a la tarima. Dicen que no repetirían la experiencia. Su cita con el rubio de sus sueños la tendrán cada tarde por televisión. Por comodidad.