El cometa Tempel 1 ya tiene una cicatriz del tamaño de un estadio gracias a los terrícolas.
Parecía difícil, pero a la 1:52 de la madrugada del lunes se acabaron todos los temores. El impactador de la sonda Deep Impact, constituido en gran parte por cobre chileno, dejó aturdido al cometa Tempel 1: una historia como sacada de una película.
En la NASA y en los mayores telescopios del planeta descorcharon champaña. Celebraban un nuevo triunfo en la historia espacial y también alejaban el fantasma del fracaso, abriendo la puerta ancha a la próxima misión del Discovery, programada para el 13 de este mes.
Expertos y legos vieron por la web el impacto que, como nunca, unió al mundo científico. Ayer, los primeros análisis ya mostraban la presencia de agua, actor clave para la vida. Y parece que los hallazgos podrían ser aun mayores y muy reveladores.