¡Sos Gardel! Tirar de tópico argentino nos viene que ni al pelo para rendir pleitesía al Manu Ginobili. Hoy vale hasta llamarle Manudona, como se estila en su país. El 20 de los Spurs se ha convertido el gran primer nombre de las Finales NBA después de sabotear y arruinar el intento de los Pistons por hacerse con el primer punto de la serie. Partido de cuchillo y tenedor; con los dos equipos por debajo del 40% de acierto y con un albiceleste que fue creciendo al mismo ritmo que el partido para decidirlo en el último cuarto. San Antonio ya tiene otra estrella.
San Antonio está asistiendo en primera línea a la construcción de un mito. Manu Ginobili, al margen de todo lo que logre metiendo canastas, ha presentado en sociedad al carácter argentino. í?se que conocemos nosotros de varios lustros ya en nuestras ligas y que sin embargo se le había pasado por alto a la mismísima NBA. Si a esto le unimos que el bueno de los Spurs tiene una calidad inversamente proporcional a su carisma -perdón señor Duncan-, tenemos una estrella subiendo como la espuma.
Manudona, que le llaman ahora, se convirtió en el primer gran protagonista de las Finales con un partidazo de 26 puntos en una noche en la que su equipo se fue a los 86. No importa la cantidad en este caso tanto como la calidad. El 20 argentino metió 22 en la segunda parte, invirtiendo la velocidad y el acierto de su equipo hasta partir el partido a la mitad. Hasta entonces, el tedio, el conocimiento de los unos a los otros, y errores constantes de cara al aro, dominaban.
Todo hasta que Ginobili le puso el carácter argentino a la cosa. Primero se fue contra Tay Prince y su delgado cuerpo. Su estilo poco ortodoxo, desquiciaba al de Compton y le dejaba atrás hasta que se estrellaba contra el poste de rigor… siempre las jugadas acababan en canasta. Hizo 9 de 10 en los dos últimos cuartos. Estableció las primeras diferencias en el tercer periodo y remató en el cuarto, llevando a los 15 la diferencia y reaccionando contra las cargas raciales de Detroit.
Detroit: ni rebotes ni canastas
Manu fue la diferencia del partido. Sus 26 puntos fueron de estrella por carácter. Se antojan más necesarios que los 24 con 17 rebotes que hizo Tim Duncan. Ojo, a los grandes números del de las Islas Vírgenes, que se construyen en un partido complicado para él, por los largos brazos de Sheed Wallace. Pero si Ginobili es todo carácter y relevancia, Duncan es silencio y productividad. Le costó entrar en el partido y acabó matándolo con su presencia.
Sus 17 rechaces marcan una de las heridas de Detroit. Los Pistons no estuvieron a la altura en la lucha por los rechaces. Si ponemos que anotaron por debajo del 38% de acierto y que acabaron 14 rebotes por detrás que el rival, se antoja complicado pensar en el éxito. Tampoco fueron capaces de poner freno a Tony Parker. El francés, sin hacer un gran partido, fue mejorando con el paso de los minutos para firmar 15 puntazos en malos porcentajes, pero llegando casi la totalidad de sus siete canastas debajo del aro.
Detroit mandó mientras Sheed estuvo en juego. Empezó anotando cuatro puntazos y taponando a TD -acabó con 6 chapas-, pero se diluyó con el acierto de los suyos. Tampoco fueron capaces de encontrar a Rip Hamilton, bien defendido por el que le tocase, en especial Bruce Bowen. El único verdaderamente brillante, y que evitó que la cosa se viniera abajo antes de tiempo, fue Chauncy Billups, la gran preocupación de Gregg Popovich -25 puntos, 6 asistencias y 4 robos de bola.