Culpan a la tecnologí­a por las acciones piratas

Hace poco, la Corte Suprema de los Estados Unidos trató el caso de Metro-Goldwyn-Mayer contra Grokster, que tiene consecuencias para el futuro de las películas o la música en Internet.

Grokster fabrica software que permite a los usuarios de Internet compartir archivos entre pares. La tecnología se usa para distribuir gratuitamente diversos tipos de contenido.

MGM y otras compañías quieren responsabilizar a Grokster por infringir los derechos de copyright cuando los usuarios bajan filmes o música sin pagar por esos derechos. Pero Grokster alega que su tecnología tiene otros usos legítimos y que ellos no son responsables por quienes violan los derechos de propiedad.

A principios del sigo XX, el conflicto empezó con las pianolas. Sus fabricantes compraban una sola copia de un tema musical, contrataban a alguien para que la grabara y vendían las reproducciones mecánicas a los consumidores. Los autores de los temas sostenían que se violaba su derecho. En 1908, la Corte Suprema falló a favor de los fabricantes de pianolas, y el Congreso respondió con la Ley de derecho de propiedad de 1909, que creó una nueva forma de derechos sobre la reproducción mecánica de la propiedad intelectual. Los fabricantes de pianolas debieron pagara a los autores una tarifa por cada tema. La idea se extendió a los fonógrafos, las cintas de audio, los CD y la música online.

Otra importante decisión de la Corte Suprema es la de los estudios Universal contra Sony, un caso de 1984 que trataba del uso de los grabadores de videos en el hogar. Los estudios de cine alegaban que Sony debía responsabilizarse por la violación a los derechos de autor puesto que sus grabadores de videos podrían utilizarse para copiar películas en forma ilegal. El tribunal sostuvo que Sony no era responsable, ya que los video tape recorders (VTR) tenían «usos sustanciales que no violan derechos de autor».

Esta frase se ha convertido en la regla para dar cabida o no a la responsabilidad. Mientras existan usos sustanciales que no violen ningún derecho, no cabría responsabilidad alguna.

Cuando apareció la tecnología del DVD, Hollywood se dio cuenta de que venderlos a un precio bajo era crucial. La tecnología del DVD ha tenido un éxito enorme porque los precios de reproductores y discos siguen declinando.

La lección que se puede sacar de la historia del VTR es que si los consumidores tienen maneras de compartir el contenido, ya sea mediante el alquiler o Internet, tendrán que establecerse precios bajos para inducir a la compra. Vale la pena observar que esto se parece a la estrategia de precios utilizada en la industria de video en los años ochenta: poner un precio alto para los videos que supuestamente se verían una sola vez (mercado del alquiler), y precio bajo para los que se verían varias veces (mercado de venta).

Entonces, ¿qué política deberían seguir las nuevas tecnologías como Grokster? Yo defiendo el principio de la pizza: si se quiere que todos tengan una porción lo mayor posible, hay que hornear una gran pizza. Es decir, incentivar tecnologías que creen mayor valor total. Y que después las empresas encuentren formas de entregar ese valor a los consumidores.

Hal R. Varian es profesor de Economía e Información en la Universidad de California.

(c)The New York Times y Clarín. Traducción de Cecilia Benitez.

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