Patricio Fontanet, Juan Carbone y Daniel Cardell rechazaron los argumentos que usó el juez Julio Lucini para procesarlos. Aseguran que fueron engañados por Chabán. Y que no eran sus socios.
«Ojo, no se acerquen mucho a nosotros que despreciamos a la gente». Fueron las primeras palabras de Patricio Santos Fontanet, Pato, el líder de Callejeros. Las soltó así, con tristeza, sin ironía, a modo de saludo, en la primera entrevista concedida a un medio gráfico tras la tragedia de Cromañón. Sus palabras, que ganaron eco inmediato en dos de sus compañeros Juan Carbone, el saxofonista, y Daniel Cardell, el escenógrafo, hacían alusión a las duras acusaciones del juez Lucini, quien el viernes los procesó por homicidio culposo y aseguró que la banda sentía «desprecio por la integridad física de sus seguidores». Aquí, la verdad de Callejeros.
¿Cómo vivieron la noticia del procesamiento?
Juan: Sabíamos cómo venía, el juez tenía mucho prejuicio respecto a nosotros. Tomó la decisión muy rápido y ahora Chabán tiene varios días para sacar letra de esa resolución.
Pato: El fallo contra nosotros parece un libreto para Chabán.
Carbone: Lo cierto es que no hay ninguna prueba concreta para la decisión que tomó. Es injusto.
¿Creen que hay un complot contra ustedes?
Pato: No, pero es demasiado. Si el juez sigue en esa línea y no ve lo que somos, tenemos que dudar de él. Dice cosas que no tienen ningún fundamento.
Cardell: Esto es Argentina. Y Cromañón expresó todas las miserias de este país, todo lo peor.
¿Qué es lo que creen que el juez no está viendo?
Pato: Quiénes somos. Cuando fui a declarar la primera vez le conté que, hasta febrero del 2004, yo trabajaba de técnico en esterilización en el Cemic, ganaba 750 pesos; Dani trabajaba de repositor en Easy, Juan hacía changas en una herrería, Diego (Argañaraz, productor) laburaba en una pinturería y Eduardo (Vázquez, baterista) era cadete. Esa era nuestra realidad un año antes de Cromañón. Después nos empezó a ir bien. Habíamos crecido en cantidad de público pero no en estructura. Yo sigo viviendo en Villa Celina con mis viejos, que alquilan. No puedo creer que el juez diga que somos empresarios.
Carbone: Debemos ser el único «grupo empresario» del planeta que no tiene cuenta bancaria. Es ridículo.
¿Ustedes no se llevaban un 70% de la recaudación y Chabán el 30%?
Carbone: Chabán descontaba todos los gastos y, de la ganancia, el 70 era para nosotros y el 30 para él. Si no había ganancias tocábamos gratis pero no perdíamos, porque los gastos los cubría Chabán.
Pato: Muchas veces tocamos en Cemento y no alcanzó para cubrir los gastos y no nos llevamos un mango, pero tampoco pusimos para pagar el 70% de los gastos. Ahí ves que no éramos socios de Chabán. ¿Socios en la ganancia pero no en la pérdida? ¿Alguien cree que Chabán era tonto para los negocios?
Carbone: Además, si somos socios quiero 70 y 30 en la barra y en todo, y no era así.
Juan: Dicen que tocamos en Cromañón por ambición, cuando ahí cobrábamos 10 pesos la entrada y en Obras, 20 o 25. Fuimos ahí porque Chabán nos pidió. ¿Hasta dónde la querés estirar, qué querés inventar? Miráme, loco�?�
¿No tenían ningún contrato o papel firmado con él?
Pato: No, con Chabán siempre fue así. Cuando llevábamos 50 personas y cuando llevábamos 3.000. La confianza era siempre la misma. Si hubiera sido otra persona hubiéramos desconfiado, pero con él no. Hasta ese momento era un fenómeno. Fue una de las personas que más no ayudó en nuestra carrera. Por eso nos duele su actitud.
¿Qué les duele?
Pato: Que no haya dicho la verdad ni bien pasó todo. Pero, más que nada, que nos haya mentido y nos haya dicho que el local era seguro. Que no nos haya dado la posibilidad de elegir si queríamos actuar en un boliche en esas condiciones, con más gente de la permitida, con puertas cerradas. Nosotros llevamos ahí a nuestras familias y a los pibes.
En la causa hay testimonios contrapuestos sobre la recaudación de aquella noche. La gente de Chabán dijo que ustedes se llevaron la plata.
Pato: Había una parte de la plata que era de las entradas anticipadas y la tenía uno de los chicos de los locales donde las vendían. Esa plata se puso a disposición de la Justicia el 10 de enero. La parte de Chabán no sé. Yo a la plata de esa noche no la quiero ni ver. No me la gané porque no terminé el recital. Tenía que tocar tres horas y duró dos minutos y medio. No me la gané.
Villarreal, mano derecha de Chabán, declaró que ustedes manejaban la seguridad. Y el juez dijo que hasta habían flexibilizado los cacheos.
Juan: Al personal de seguridad lo ponía Chabán. Nosotros, así como pedíamos las luces y el sonido, pedíamos que contrataran algunos pibes que cuidaran los instrumentos y que estuvieran en el vallado. Lo pedíamos para ir a tocar, pero no lo pagábamos nosotros. Lo contrataba Chabán. Es más, lo pasaba entre los gastos que se restaban del borderaux.
¿A Lorenzo Bussi no lo habían contratado ustedes?
Pato: No, lo contrató Chabán.
Pero en los cacheos había personal con remeras que decían «Control Callejeros».
Pato: Fue una decisión que tomamos a principios del 2004, porque nos parecía que si un chabón se acercaba a pedir que subieran a la vereda con una remera que decía seguridad no le daban bola o lo bardeaban. En cambio, con la remera de la banda la actitud era otra. Esos pibes laburaban todos los fines de semana en eso, y no todos los fines de semana tocaba Callejeros.
Juan: El juez dice que tenemos que ser inspectores, policías, bomberos, cualquier cosa. Y no. Somos una banda de rock. Chabán nos llamó y fuimos a tocar, ésa era nuestra misión.
El juez cree que ustedes tuvieron que haber visto el candado que clausuraba la salida de emergencia.
Pato: No lo vi, por qué voy a mentir. ¿Voy a llevar a mi familia a una trampa mortal? No entiendo con qué criterio mira las cosas. Era función de Chabán ocuparse de las instalaciones.
Juan: ¿Cómo se le puede exigir al músico que inspeccione el lugar donde toca? ¿Para qué están los inspectores y el Gobierno?
¿Creen que Chabán tendría que haber seguido preso?
Pato: Lo que sé es que Chabán, el día de la tragedia, se escapó. Yo no hubiera firmado la excarcelación. Tengo miedo de que lo maten. No los familiares; él sabe cosas, conoce a mucha gente, y si habla puede ser peligroso para algunos. Si abre la boca en serio pueden cambiar muchas cosas.
En una entrevista de 2004 dijiste: «No echamos a trompadas a un pibe porque prende una bengala como hacen ahí», en relación a Obras.
Pato: Sí, no nos gustaba que les pegaran a los chicos. Pedíamos que se las sacaran y punto. O que prohibieran de una la venta de la pirotecnia, ¿o eso también teníamos que hacerlo nosotros?
¿Ustedes no disfrutaban el show de las bengalas?
Pato: Cuando arrancamos sí, porque se prendían una o dos por recital. Pero a partir del 2003 y 2004 creció la gente y creció la bengala, entonces nos replanteamos el tema, porque no se veía nada y no se podía respirar.
Juan: La verdad es que ésa era toda la preocupación. Nos jodía el humo, jamás pensamos que podía haber un incendio. Dicen que los usos y costumbres hacen las leyes: hace diez años que en los recitales de rock hay bengalas y nadie hizo un carajo para pararlo. ¿Ahora la culpa es nuestra?
Según testigos, en la barra se vendían bengalas.
Pato: No lo sabemos. Pero en los allanamientos a lo de Argañaraz y a lo de Bussi no encontraron bengalas y en lo de Villarreal sí. Y era él, según consta en la causa, quien por diez pesos agarraba un grupito y los dejaba pasar por el costado de los cacheos.
¿Cómo está la relación entre los miembros de la banda?
Pato: Igual, pero con toda la carga de lo que vivimos. Cuando Edu tocó en Córdoba yo me puse contento, porque si no tocaba se moría. Hacía dos semanas que me decía que se iba a matar. Estamos muy para atrás. Vamos a terapia los ocho juntos un día por semana y otros dos días vamos solos. Y a un hospital público. No tenemos obra social ni prepaga. Por eso pido que aflojen con la historieta que están armando. Decir que sentimos desprecio por la gente Es una barbaridad. ¿Para qué carajo entré diez veces al boliche a sacar gente?
Juan: Si a nosotros nos cabe eso, a Ibarra y a Chabán los tienen que acribillar. Espero que el juez mida todo con la misma vara.
¿Cuántos familiares y amigos perdieron?
Juan: Treinta familiares y unos cuarenta amigos.
Pato: Hay cosas muy duras. Una compañera de trabajo del Cemic me quiso dar una sorpresa y me fue a ver con la sobrinita de 4 años. Murieron las dos. Yo hace cinco meses que me levanto y me quiero pegar un tiro (llora).
¿Qué es lo que más les pesa de la tragedia?
Pato: Los muertos, los heridos. Mamá tiene el 30% del cuerpo quemado. Todos los días me torturo pensando por qué fui a tocar ahí, por qué fuimos (llora).
Juan: Cuando íbamos a enterrar a alguien nos cruzábamos con otros entierros de conocidos. Vas a Chacarita y hay 60 tumbas de Cromañón… Cómo seguir…
¿De qué viven hoy?
Pato: Habíamos ahorrado algo, pero se está acabando. Y los instrumentos los tiene la Justicia. No podemos laburar.
¿Van a volver a tocar?
Pato: No sabemos. El miedo a que a alguien le vuelva a pasar algo por culpa nuestra es grande.
¿Qué sería justicia para vos?
Pato: Que se juzguen los actos de cada uno. Cuando se armó la tragedia nosotros estábamos tocando. ¿Qué acto criminal estábamos cometiendo? A lo mejor, como nos dijo Gieco, si hubiéramos muerto seríamos héroes. Pero no: somos criminales.
Juan: No prendimos las bengalas, no las llevamos, no las dejamos pasar, no pusimos el candado, no elegimos el techo. Somos unos chabones que hacemos rock, nada más.
Logicamente le creo a Callejeros, es una banda de rock. Me parecen un tipico acto argentino los reclamos que estan haciendo las familias y las culpas que están adjudicando creo que cada vez se aleja más de la verdad que lamentablemente descansa en la miseria argentina (miseria en téminos de falta de educación, corrupción, chantaje, facilismos).
Pilar
Espero que dejen a Callejeros en Paz
que se haga justicia los queremos tocando aca
tincho y emi uruguay