Es Eduardo Rodríguez. Deberá convocar a elecciones en los próximos 6 meses. Lo designaron tras una violenta jornada que dejó un muerto y la renuncia a la sucesión de los titulares del Senado y Diputados.
Un minero muerto, un día agobiante de versiones y tensión, y acusaciones cruzadas con marchas en todo el país fueron el espejo de la convulsión en Bolivia ayer, un país que â??cuando la mayoría desesperabaâ?? finalmente terminó encontrando una salida transitoria al caos. Después de los anuncios de renuncia de la línea sucesoria del presidente Carlos Mesa â??un gesto largamente reclamado por grandes mayoríasâ??, finalmente asumió como presidente interino el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Eduardo Rodríguez Veltzé. Lo que debería seguir es el llamado inminente a nuevas elecciones generales.
«Quiero cumplir un mandato breve con la ayuda del Congreso», dijo hoy el flamante presidente al asumir el cargo ante el Parlamento, reunido en Sucre. Rodríguez, un abogado egresado de la Universidad de Harvard, está obligado, por disposición constitucional, a convocar a elecciones antes de 6 meses.
Fue un día tremendo el de ayer, con imágenes contradictorias que presagiaban una espiral de violencia y caos de alcance incierto. Finalmente, cuando Bolivia parecía irse a dormir con la pesadilla del primer muerto de la llamada «nueva guerra del gas», terminó teniendo junto a esa imagen la de un nuevo mandatario. Nada parecía anunciarlo.
El senador Vaca Díez finalmente cayó en su propia trampa. Al decidir sesionar en Sucre, porque La Paz no daba las suficientes garantías, convirtió a la capital histórica boliviana en un escenario de protestas múltiples y en una virtual cárcel para los 157 legisladores que debían tratar la renuncia del presidente Carlos Mesa y la sucesión presidencial.
Las miles de personas que se acercaron a la Casa de la Libertad convocados para evitar que Vaca Díez fuera ungido presidente, se convirtieron en entusiastas carceleros, al impedirles a diputados y senadores moverse con libertad y poner en marcha la sesión.
Desde la mañana, la televisión local mostraba los rostros de diversos legisladores y nadie podía adivinar en ellos el orgullo de la función pública, sino más bien un sentimiento de vergí¼enza, cuando no de pánico. Luego de prolongarse en varias ocasiones su inicio, la sesión fue suspendida en el momento en que llegaba la noticia de la muerte de Carlos Coro Mayta, de 52 años, presidente de una cooperativa minera de Potosí y víctima de una herida de bala en un hecho tan confuso como la situación general.
Además de la muerte de Coro, hubo otros cuatro heridos en Yotala, a unos kilómetros de Sucre. Los militares que asistieron a la policía en esa zona aseguran que no utilizaron armas de fuego, de modo que no se responsabilizan por ese pérdida. Los sindicalistas mineros aseguran que su muerte ocurrió luego de una provocación de las fuerzas de seguridad, cuando los manifestantes estaban arriba de un ómnibus, que se dirigía a Sucre, mientras que desde otros sectores culpan al propio muerto de su destino.
Presionados por el fervor popular, en una secuencia que los medios de comunicación amplificaron hasta el exabrupto, los legisladores debieron abandonar la Casa de la Libertad y fue entonces cuando por horas se desconoció el destino de Vaca Díez. El presidente del Congreso debió ocultarse en el Regimiento 2 de Infantería donde, como recordó algún memorioso, alguna vez se refugió el ex dictador Luis García Meza, actualmente condenado y preso por cargos de narcotráfico en una cárcel de La Paz.
Cuando todo parecía indicar una nueva noche de incertidumbre, y mientras no quedaba rincón del país sin huelgas de hambre en protesta por los deseos de Vaca Díez de llegar al Palacio Quemado, el presidente del Senado le habló al país y, al mismo tiempo, al presidente renunciante Carlos Mesa. Vaca acusó a Mesa y a Evo Morales, del MAS, de ser «los verdaderos culpables del cuadro que hoy vive el país» y de integrar una suerte de sociedad que participa de «un proyecto político no democrático».
En su discurso de renuncia a la posibilidad de asumir como presidente, en el que el enojo se daba la mano con la frustración, Vaca Díez intentó devolverle gentilezas a Mesa, quien el martes lo había intimado a dar un paso al costado â??el mismo pedido lo hizo al presidente de Diputadosâ?? para permitir que el presidente de la Corte Suprema se haga cargo del gobierno, con el objeto de llamar inmediatamente a elecciones generales.
Vaca denunció que el gobierno habilitó el ingreso de manifestantes a Sucre con el solo objeto de perjudicar al Congreso y responsabilizó por la muerte del minero al presidente Mesa y a Evo Morales, a quienes instó para que hicieran todo lo necesario para devolver la tranquilidad general que, según él, ayudaron a quebrar. Vaca Díez denunció además que la gente que había llegado a Sucre había recibido dinero por hacerlo.
El presidente de Diputados, Mario Cossío, habló unos minutos después de Vaca, y siguió el mismo camino de denuncia. Cossío acusó a Mesa de fogonear los regionalismos y dijo que renunciaba porque no quería convertirse en «enterrador de la unidad nacional».
Durante todo el día, y desde todos los departamentos, surgieron voces y gestos de rechazo a la posibilidad de que Vaca Diez asumiera como presidente. En la mañana, el Alto mando del Ejército dio una conferencia de prensa donde anunciaron que respetarían la palabra del Congreso pero sugerían «escuchar la voz del pueblo».
Como si faltaran más huelgas, ayer los trabajadores de los aeropuertos iniciaron un paro exigiendo la nacionalización de los hidrocarburos y también la renacionalización de tres aeropuertos entregados en concesión. La extensión de la medida afecta a 37 aeropuertos y pistas de aterrizaje.
Huelgas de hambre â??piquetes de hambre los llamanâ?? de varias alcaldías, manifestaciones populares en las calles y expresiones de diferentes movimientos sociales, así como varias declaraciones del MAS de Evo Morales, que comenzó la jornada denunciando un plan de la embajada de EE.UU. de imponer a Vaca Díez como seguidor de las políticas neoliberales del ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada. El líder del socialismo también denunció la presunta existencia de un complot de las FF.AA. y el mismo Vaca para asesinarlo a él y a otros dirigentes , así como había sido muerto el minero de Sucre.
Todo indica que se asoma una tregua en el delicado panorama político altiplánico. Un pequeño soplo de aire que tal vez le permita respirar a una población hastiada de hambre y conflicto. Los reclamos de nacionalización de los hidrocarburos, el llamado a una asamblea constituyente y a un referéndum por las autonomías aún siguen sin embargo en pie.
http://www.clarin.com/diario/2005/06/10/elmundo/i-992850.htm