THE NEW YORK TIMES.- «La forma en que Julio Bocca ha bailado en el American Ballet Theater por 20 años no será olvidada», así comienza la elogiosa nota publicada ayer en el New York Times para despedir al bailarín argentino que hoy bailará por última vez con la compañía a la que ingresó en 1986.
La crítica de danza del prestigioso matutino, Anna Kisselgoff, recordó los comienzos de Bocca con una metáfora inesperada: «Con él siempre se trató de pasión y forma: enorme pasión llenando formas clásicas. En la víspera de su última perfomance con la compañía mañana (por hoy) en el Metropolitan Opera House, es fácil recordar que Mr. Bocca fue un ganador desde el principio. Cuando tenía 20 años en su debut en Nueva York, se parecía a Boris Becker, en aquel tiempo una estrella del tenis en su mejor momento, y bailaba como un campeón».
Además de compararlo con la estrella del tenis alemán, The New York Times destaca el talento y la pasión que siempre distinguieron al bailarín argentino. De hecho para el matutino norteamericano el secreto de su status como «superestrella» en la Argentina, un artista que llena estadios enormes, deriva, en parte, de una técnica que puede parecer superhumana, «con sus giros ultrarrápidos y explosivas vueltas en el aire». Pero el secreto de Bocca va más allá.
«Mr. Bocca es un bailarín profundamente emocional y sus actuaciones nunca están solamente basadas en provocar entusiasmo físico en las audiencias. La técnica se convierte en un trampolín para la interpretación», se entusiasma la periodista que pasa a detallar los magníficos solos del bailarín en «La Bayadí¨re,», «El lago de los cisnes» y «La fierecilla domada», entre otros grandes ballets interpretados por el argentino.
«En contraste con su actuación del noble príncipe, también existe Julio Bocca, el fabuloso cómico que interpretó a Petruchio en «La fierecilla domada »», se entusiasma Kisselgoff. Casi como una fanática más, la periodista dice que Bocca siempre fue capaz de otorgarle sentido a todos los papeles que interpretó, incluso aquellos que no tenían sentido en sí mismos. «Bocca actúa con generosidad y se compromete por completo con la actuación. Cuando en su debut de 1987 causó una sensación con sus líneas puras y su sorpresiva sensualidad en «La bella durmiente», fue asombroso que un bailarín tan joven entendiera tan bien un clásico del siglo 19.
Más allá de sus valores como bailarín solista, el New York Times se ocupa de alabar con precisión su tarea con sus eventuales partenaires. «Bocca ha cambiado con los clásicos y baila distinto con cada pareja y, aun así, los detalles con un toque humano le importan. En 1988, se le pidió que hiciera de Albrecht en «Giselle» con muy poco aviso, hizo pareja con Amanda McKerrow casi sin ensayos y durante el segundo acto le acarició la mano con un detalle que otros hubieran pasado por alto», cuenta con emoción la nota de The New York Times. En la misma, el bailarín aclaró que la de hoy es su despedida del American Ballet pero que su último día como profesional de la danza será el 21 de diciembre de 2007 en la Argentina. Haciendo un recorrido por sus veinte años de carrera con el ballet con sede en Nueva York, la nota menciona a cada una de las bailarinas que lo acompañaron y destaca su constante buena disposición para el trabajo en equipo.
«Dirigir el Ballet Argentino y dormir hasta tarde», fue la respuesta de Bocca cuando se le preguntó por sus planes posteriores al retiro. Además el bailarín destacó el trabajo de su escuela de música ocupada en formar a muchos talentos que hoy trabajan en los musicales que se ven en la avenida Corrientes. «Me encantaría trabajar en el A.B.T. como entrenador y profesor para enseñar lo que yo aprendí, pero antes quiero comprar un velero para viajar alrededor del mundo», contó el bailarín que esta noche comienza a despedirse de su carrera.