El actor y músico acaba de sacar un nuevo disco, filma con Subiela, elogia a Susana Giménez, habla de «Cha cha cha» y sigue ligado a la cultura japonesa
En la nueva oficina de Alfredo Casero hay una poderosa computadora, un cartelito escrito en japonés que -según el dueño de casa- dice «Salida de emergencia», libros de «Astroboy», otros textos de su creador, Ozamu Tezuka, y hasta algún volumen de un método práctico para que la gente «muy ocupada» aprenda japonés.
También se ven copias de su nuevo disco, «Hiperfinits firulets», en el que este artista de varieté ofrece un verdadero varieté: temas del programa «Cha cha cha» («Pizzulino» y «La marcha del Dr. Vaporeso», interpretada por la banda militar del Regimiento 1 ° Patricios), un leve toque «riveriano» en un par de milongas tangueras («Hechizo polaco» y una versión de «Jacinto Chiclana»), un hit de los setenta, una pieza medieval («Je languis d ´amere mort»), la historia de un heroico camionero («Cacho»), temas que ya habían sido incluidos en un disco de canciones japonesas, el motivo central de la serie «Astroboy» en dos versiones, luego un cover bien rockero de «Spider-man» y varios remix para el final del álbum. Casero entra a su nueva oficina; se saca los anteojos y los zapatos. Y en cuanto comienza a hablar nada de lo que se ve en ese lugar o se escucha de su nuevo disco es lo que parece. O, en realidad, todo permite otra lectura.
Que toda persona que entre al departamento deba sacarse los zapatos puede tener varias explicaciones. Un parquet recién plastificado, la cultura oriental que tanto ha prendido en el espíritu del actor o, simplemente, un motivo práctico e higiénico que argumenta el dueño de casa: la idea es poder tirarse en el piso y dejar fuera, por ejemplo, la «estática» de cualquier regalito de perro que pudiera ser arrastrado por el calzado.
Lo que no ofrece muchas variantes de interpretación es la voz de enojado que tiene Casero en un breve track del CD: «Si te pirateaste este disco, se te va a caer el pelo, las uñas… Te vas a sentir muy mal. Sobre todas las cosas porque para vos, este disco yo no lo hice. Si sos más vivo que los demás, es asunto tuyo».
Ahora, muy tranquilo, Casero se dedica a explicar, a ofrecer su lectura de cada cosa. «Me da bronca. Lo mismo que el que lleva un grabador a un show o te quiere filmar. Me robás un disco que tardé dos años en hacer. La piratería habría que tratarla desde el presunto amor que se puede tener por el artista. Si yo te vengo dando todo, comprá mi disco entero. Lo bueno hay que pagarlo. Yo enseño eso, para que el tipo que hace algo bueno reciba lo que tiene que recibir. Creo que hay muchos artistas que por la piratería ya no sacan trabajos. Y cada vez tenemos menos trabajos hermosos. Por otro lado, si la gente quiere escuchar mal porque no tiene buen oído tiene el MP3, que es de baja calidad. Esa elección del tipo que roba música es poco inteligente».
Queda claro para quién no está dedicado este disco. Falta saber a quién está dirigido. «El disco lo hice para mí. No sé adónde voy. Tengo la obligación de hacer lo que quiero, de moverme libremente. Me pueden decir: « ¿Le parece que va a vender muchos discos con un tema del siglo XIV («Je languis d ´amí¨re mort»)? Pero yo no sé si quiero vender muchos discos. Sé que este disco lo hice para que te sientes en el auto y lo escuches mientras vas al trabajo. Ese es el concepto. Que escuches el tema de «Astroboy » porque te pone pilas para arrancar la mañana. Después, si querés, poné el tercero, que es más balada. Te van dejando cosas que son buenas para el día. Esa es mi idea.»
Lo cierto es que el formato de varieté también aparece en los discos anteriores. Casero dice que siempre apuntó a que «en un mismo recinto una mina cante ópera, un tipo cante tango y otro una canción antigua. Y a eso es parecido el Parakultural -agrega-, una mezcla cerebral y analógica de fines del siglo pasado. Yo soy producto de eso. El disco es caprichoso; por eso se llama «firuletes hiperfinitos ». No me interesa pegar con un tema sino que se venda con el tiempo».
Pero así como «Shimauta» fue un éxito que lo llevó a Japón, tal vez con temas como «Je languis?» un día se lo vea en un recital de música medieval o renacentista. «Es muy probable. Ya tengo prestigio al haber hecho reír a la gente de otra manera».
– ¿Por qué no hay un Casero cantante en los discos? Siempre se escucha al actor.
-No soy actor. Soy ese artista de varieté. Si ahí dice cantar finito, canto finito. Es mucho mejor tener un registro diferente de voces y no aburrir al cantar siempre en la misma tonalidad? como tantos. Un disco es una idea, no es un cantante. Que eso lo entiendan las compañías discográficas y dejen de meter a cuatro pibes en una casa y les quemen las habitaciones hasta ver quién queda vivo y canta.
– ¿Podrías abandonar el histrionismo? Tu show siempre tiene esa cualidad, excepto cuando hay de por medio un guión para cine o televisión.
-Yo soy eso, por más que le dé una vuelta de rosca. Puedo salirme del camino pero no romper la esencia. Cuando tu personalidad es más fuerte que la esencia es porque el de adelante te tiene miedo. Y tantas veces te tiene miedo que te quedás solo. Mi idea es proponer de una manera firme. Hay que ganar espacios con propuestas firmes. Pero eso a los otros les da miedo. Mi trabajo es escuchar el ruido y pasarlo a sonido. Ese es mi arte. Mostrar cosas que les puedan dar gracia y hacer bien al alma.
-Pero eso también es entretenimiento.
-Sí, absolutamente. La cultura hoy entra por el entretenimiento. La televisión es un elemento hermosísimo para eso. Pudo haber sido el vehículo más importante del Renacimiento. Imaginate si se lo hubieras dado a Miguel Angel. Hace poco estuvimos hablando con gente de televisión sobre la posibilidad de hacer algo educativo. Hablé con Canal Once [por Telefé]. Me encantaría poder hacer algo que tuviera que ver con los chicos.